La historia del hombre andino se encuentra estrechamente vinculada a su geografía y sus particularidades deterministas. Las características medioambientales de los Andes dieron lugar a que las estrategias de adaptación fueran decisivas y configurasen una serie de rasgos y peculiaridades que sintetizan en lo que se denomina como concepto de “lo andino”. Si bien las grandes cadenas montañosas de los Andes, con sus bases emplazados a gran altitud, son el modelo más extremo de adaptación del hombre al medio, las costas y la vertiente amazónica supusieron también un reto para los grupos que se instalaron en aquellas tierras. Los andes son, asimismo, la zona en que surgieron las primeras comunidades alfareras de la América precolombina, tal como muestra el registro arqueológico. Así entre los años 4000 a. C. y 3000 a. C. algunos grupos comenzaron a desarrollar su capacidad creadora moldeando las arcillas naturales hasta obtener los primeros objetos artísticos. A partir de la forma que dieron a su arte es posible reconstruir también su vida cotidiana y sus costumbres, conocer a qué dioses adoraban y cuáles es eran sus mitos. Con su cerámica y su orfebrería, los pueblos lograron no sólo todo tipo de avance tecnológico, sino que elaboraron algunos de los objetos más bellos del arte precolombino.
El medio geográfico en el que se desarrolló esta cultura presenta una gran dureza climática. Los mochicas, asentados en un sector de la costa del norte peruano, ocupaban un territorio que incluía los Valles de Chicama, Santa Catalina, Virú, Chao, Huamanzaña, Santa Ana y Nepeña, Y que tenía una superficie aproximada de 6500 km². La cultura Mochica representa el periodo de desarrollo de mayor auge en la costa septentrional del antiguo Perú. El aspecto que hoy presenta esta región es el de una zona desértica, desolada, donde prácticamente no llueve, cubierta por una arena gris hacia, traída por los vientos de los andes, y con una fauna muy escasa. La forma de gobierno era dinástica, teocrático y omnipotente, tal como ha descrito el historiador Rafael Larco Hoyle. Fue una sociedad estratificada en clases, donde una parte de la población, desde el gran señor, que ejercía un enorme poder, hasta los artesanos de las diversas especialidades y los sirvientes, vivían en los centros urbanos ceremoniales. La base de la pirámide estaba integrada por los campesinos, que se diferenciaban por la sencillez de su indumentaria, y los marginados -los inválidos- que, por no tener capacidad productiva, vivían como mendigos.
En el arte, y sobre todo en la cerámica, los mochicas han dejado una perfecta descripción de su forma de vida, que abarca todas las actividades que desarrollaban, desde el nacimiento de un niño hasta los ritos funerarios. A tenor de cómo son representados en la iconografía y también a juzgar por los restos hallados en los enterramientos de esta cultura, los mochicas eran bajos y robustos, de cabeza ovalada, anchos de pecho y con una dentadura envidiable y, por tanto, poco propensa a sufrir caries. Los mochicas tenían el rostro redondeado, los pómulos pronunciados, la nariz aguileña, la boca ancha, los labios gruesos y los ojos almendrados y rasgados, de ascendencia oriental. Poco se puede decir de su cabello, porque siempre llevaban la cabeza cubierta con tocados, si bien sus representaciones cerámicas permiten apreciar que gustaban de llevarlo largo, pues el flequillo, que le cubría la frente, asoma por la parte posterior del cuello, por debajo del tocado que los cubría. Se supone que la piel era cobriza, afirmación que no se puede confirmar por qué aparecen representados con el rostro pintado. Como no tenían barba, el escaso pelo facial que tenían se lo arrancaban con pinzas. Las mujeres más pequeñas y delicadas, aunque en ocasiones se le representa con un aspecto robusto, parecen atractivas, y a juzgar por las representaciones cerámicas eran trabajadoras y libidinosas.
Los mochicas Han dejado obras de orfebrería, es decir, dominaron tanto en las técnicas de extracción de minerales como la metalurgia. Supieron hacer aleaciones, sobre todo del oro con la plata y el cobre, doraron la plata y el cobre, y soldaban los metales entre sí, que luego pulían con bruñidores de piedra. También trabajaron el hueso y la madera. El uso de anillos y el cubrimiento de sus uñas con láminas de oro completaban su magnífico aspecto. El trabajo de plumería, que utilizaban para todos y ponchos, alcanzó un alto grado de perfección.
La agricultura, sin duda, fue la actividad más importante de los mochicas. La necesidad de disponer de una buena red de canales regadío, era indisociable del desarrollo de esta actividad, sobre todo si se tienen cuenta que la explotación agrícola se daba en un territorio donde la norma era la casi ausencia de lluvias. La perfección de las técnicas de regadío de los mochica se puede comparar con las más perfectas del viejo mundo. Una magnífica Red de canales y acueductos, construidos totalmente en barro, recorría el conjunto de los valles y los abastecía del agua necesaria para el regadío. Como ejemplo, cabe mencionar que el canal o acequia “la Cumbre” tenía una longitud de 113 km. Con una anchura de 3 m y una profundidad de dos, traía el agua desde el río Chicaama. Además, al aplicar el sistema de andanerias (escaleras) los mochica lograron incrementar sus tierras de cultivo y convertir en fértiles tierras marginales. Los cultivos más importantes eran el maíz, el frijol, el maní, la papa, el camote, la granadilla, el pepino, la coca, el algodón y la chirimoya. Para cultivar la tierra, en las regiones llanas trazaban surcos rectos, mientras que en las andanerías, lo hacían en espiral.
Dibuja un mapa de América del Sur y pinta la región donde se desarrolló la cultura mochica.
¿Cuáles fueron los principales logros de este pueblo? Elabora una lista con los mismos.
Explica con tus palabras qué nos muestran las imágenes -cultivos y herramientas-.
Resuelve el siguiente crucigrama y busca en el diccionario las palabras: