La intervención del Estado en la economía definió una política económica conocida como mercantilismo. El nombre mercantilismo refiere a la importancia del comercio como motor de la economía. El ideólogo del mismo fue Colbert, ministro de Hacienda de Luis XIV. En su opinión, un Estado era más rico cuanto más metales preciosos tenían. La única manera de obtenerlos, para un país que carecía de ellos, era a través del comercio. Para eso, el país en cuestión tenía que vender al exterior más de lo que compraba, para quedarse con el excedente de metal amontonado con el que le pagaban sus exportaciones. Esta política requería aumentar las exportaciones y reducir las importaciones. Para ambas cosas resultaba imprescindible el crecimiento de la producción, especialmente de productos caros, así estos productos no se tendrían que comprar al exterior y podrían venderse a otros países. Colbert instaló talleres de manufacturas reales y otorgó beneficios a las actividades que eran de interés para mantener una balanza comercial favorable. Eliminó las aduanas dentro de Francia para facilitar el intercambio interno, pero impuso el proteccionismo en las aduanas de frontera.
El mercantilismo, adoptado también por otros reinos europeos, era una manera de engrandecer el Estado. Como España era la gran proveedora de metales para Europa, conseguir mediante el comercio el metal español era para Francia otra forma de luchar contra su tradicional enemigo.
El mercantilismo según el historiador Roland Mousnier. “Se trata, ante todo, de llevar a su apogeo la potencia del Estado, y, en consecuencia, los recursos de este, así como lograr un abastecimiento, independiente del extranjero, en armas, municiones, navíos, etc. Siendo el principal medio de cambio la moneda de metal precioso, ella es la que permite, ante todo, comprar y vender, estimular al productor, desenvolver la economía […] La moneda de metal precioso es “la sangre de la economía”, la misma sangre del Estado”.
R. Mousnier, Historia general de las civilizaciones, 1967
Adam Smth
El escocés Adam Smith (1723-1790), en su obra Investigación acerca de la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (1776), planteó que el motor de la economía era la industria. Con capitales, máquinas y mano de obra, el industrial multiplicaba los bienes generando riqueza para todos. Cuanto mayor fuera su índice de productividad, aumentaría su ganancia y bajaría los precios.
Esta relación permitía dos grandes afirmaciones. En primer lugar, no había contradicción entre el interés individual (obtener mayores ganancias) y el interés colectivo (que el público comprara a menor precio). En segundo lugar, cuantos más productos hubiera en el mercado, menor sería su precio, pues el industrial obtendría la ganancia por más cantidad de mercaderías vendidas. A la inversa, a menos oferta de productos, el precio subiría, pues el empresario debía obtener ganancia con menos unidades vendidas. Smith formulaba así la ley de la oferta y la demanda que regiría la economía capitalista. El escocés creía que era una especie de de ley natural de la economía y que una “mano invisible” regulaba el mercado. El Estado no debía intervenir en ello; solo asegurar la libertad de acción de los particulares. Por eso, la teoría se conoce como “liberalismo económico”.
El egoísmo y el bienestar general. “El hombre necesita casi constantemente de la ayuda de sus semejantes, y es en vano que la espere únicamente de su benevolencia. […] Quienquiera que propone a otro un negocio de cualquier especie, le propone esto: “Dame lo que quiero y te daré lo que quieras” […] No esperemos nuestra cena de la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero, sino de su preocupación por su propio interés. Cada individuo […] está conducido por una mano invisible a cumplir un fin que no se encontraba de ninguna manera en sus intenciones […]. No buscando sino su interés personal, trabaja de una manera mucho más eficaz para el interés de la sociedad que si hubiera estado realmente en su intención beneficiarla.”
A. Smith, Investigación acerca de la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, 1776.
En las postrimerías del siglo XVIII, muchos fueron los intentos por restaurar la monarquía absoluta. Junto a ellos, también se levantaron férreos opositores a esta idea, como es el caso de los liberales. En este caso no se trataba de pueblos, sino de grupos que en todos los estados se oponían a la vuelta del absolutismo. El elemento común de estos grupos era la defensa de las libertades y los derechos del hombre proclamados en la Revolución francesa.
El liberalismo político entendía que el principal deber del Estado era garantizar, mediante la ley, el ejercicio de estas libertades y derechos. El Estado debía intervenir lo menos posible en la vida de los individuos.
Admitía tanto la República como la monarquía, siempre que esta fuera constitucional y parlamentaria, pues consideraba que la soberanía residía en la nación.
Todos los liberales comparían la idea de la división de poderes y el sufragio para elegir representantes en el gobierno, pero diferían en cuanto a quiénes podían votar.
Los liberales moderados eran partidarios del voto censitario, que reservaba la capacidad de elegir y ser elegidos a los hombres pudientes e ilustrados. No consideraban que los sectores populares fueran capaces de gobernar. Los radicales, en cambio, querían extender este derecho a todos los hombres, haciendo hincapié en los principios de igualdad y soberanía popular proclamados por la Revolución. Más allá de la igualdad jurídica, proponían una República democrática basada en el sufragio universal masculino. Algunos de ellos iban aún más lejos, reclamaban una distribución más justa de la propiedad y la democratización de la enseñanza.
Jacques-Louis David, El juramento del juego de la pelota
ACTIVIDAD I:
¿Por qué si el Mercantilismo se basa en la acumulación de metales preciosos y el comercio, este es contradictorio con la idea de la libertad económica?
¿En qué sentido Adam Smith planteaba que el "egoísmo" es la base del bienestar general?
¿Qué fenómeno económico explica el concepto "mano invisible"?
Según entiendes de la lectura, ¿hay elementos comúnes entre el liberalismo económico y el liberalismo político?
Los cambios profundos de la primera mitad del siglo XIX dieron paso a nuevas formas de pensar una sociedad más igualitaria y propusieron distintas formas de llegar a ella.
El socialismo utópico
Más allá de la mejora de la situación concreta de los trabajadores, algunos pensadores del siglo propusieron cambios profundos para lograr una sociedad más justa. Se los denominó “socialistas”, entendiendo por socialismo la búsqueda de un nuevo orden económico y social que permitiera a todos los hombres el ejercicio de los mismos derechos. Los socialistas eran contrarios al individualismo y la competencia capitalista y proclamaban la cooperación para el beneficio común.
Algunos de sus principales representantes fueron Robert Owen, el conde Saint-Simon y Charles Fourier.
Robert Owen
Henri Saint-Simon
Charles Fourier
ACTIVIDAD II: Completar el siguiente cuadro a partir de la lectura sobre "Socialismo utópico"
La ideología socialista con mayor influencia en la Europa del siglo XIX fue el marxismo. Podríamos definirlo como un sistema de ideas que abarcaba aspectos económicos, sociales y filosóficos, al tiempo que proponía acciones políticas para luchar contra el orden capitalista.
El marxismo fue fruto del trabajo de Carlos Marx y Federico Engels, que colaboraron estrechamente en el análisis de la sociedad europea de su tiempo. En opinión de estos pensadores, la burguesía y el proletariado eran las clases principales de la sociedad capitalista y estaban en relación de oposición. La burguesía como dueña de los medios de producción (tierra, fábricas, máquinas, etc.) y los obreros como dueños de su fuerza de trabajo. Para Marx, el burgués compra el trabajo obrero como una mercancía que paga con el salario; pero este es solo una parte del precio del producto. Para cubrir los otros costos –materias primas, máquinas, impuestos, etc.- y obtener su ganancia, el patrono aumenta la cantidad de trabajo que le exige al trabajador. Al trabajo extra, que no es pagado al obrero, Marx lo llamó plusvalía.
Carlos Marx
La plusvalía era para Marx la evidencia de la explotación a que el obrero era sometido por el patrón; por eso, para el marxismo era imposible llegara a una sociedad igualitaria dentro del orden capitalista. Los intereses de la burguesía y el proletariado se oponían de tal modo que no podía favorecerse a uno sin perjudicar al otro. Las dos clases entraban en contradicción, como en otras épocas los amos y los esclavos o los señores y los campesinos. La lucha de clases era el motor de la historia.
Marx y Engels pensaban que la historia obedecía a leyes, y que estas llevaban a la supresión de la sociedad de clases. Pero este resultado no se daría de manera espontánea; era preciso que la clase obrera consciente y organizada tomara el poder mediante una revolución e instaurara la sociedad comunista, sin clases.
La lucha de clases. “Toda la historia de la sociedad humana, hasta hoy, es la historia de la lucha de clases […] La sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha que han venido a sustituir las antiguas.
[…] Hoy toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos: la burguesía y el proletariado.
[…] Los proletarios no tienen nada que perder más que sus cadenas. Tienen un mundo por ganar.
¡Proletarios del mundo, uníos!”
K. Marx y F. Engels, Manifiesto Comunista, 1848
ACTIVIDAD III:
1) Copia y completa el mapa conceptual a partir de investigar en la web estos conceptos clave de la teoría marxista:
2) ¿Cómo podemos resumir la principal propuesta de Marx para termiar con la desigualdad social y el problema obrero? Fundamentar