El arte es el reflejo de las sociedades. Lo que sucede en ellas aparecerá tarde o temprano en las distintas manifestaciones artísticas. Al comienzo del curso vimos cuáles eran las principales, las nombramos y vimos ejemplos del arte en nuestro país. ¿Las recordamos?
El siglo XIX cambió el mundo que conocemos. Nuestro Uruguay fue un claro ejemplo de esas transformaciones:
Los Estados se hacen cada vez más fuertes y modernos.
Las poblaciones se mudan a las ciudades y estas crecen.
El trabajo deja de ser rural, y pasa a tener fuerte vínculo con la ciudad.
Se produce un aumento tecnológico nunca antes visto (electricidad, motores, máquinas, vehículos).
Juntos con todos estos cambios, aparecen nuevos grupos sociales que tendrán en la ciudad su principal ámbito:
Proletariado (trabajadores de las fábricas, los “pobres”)
Burguesía (dueños de las fábricas, los “ricos”)
El relacionamiento de estos grupos -necesario, pero muchas veces conflictivo- dará lugar a la conquista de una mejor calidad de vida para un nuevo grupo: la clase media.
Los problemas sociales, los cambios tecnológicos y el surgimiento de nuevas ideas motivaron a los artistas a perseguir nuevas formas de expresión. Ya no importará representar la realidad, sino las ideas, sueños o expectativas que se tengan sobre ella.
La primera década del siglo xx fue una época de transición, a caballo entre el siglo anterior y los nuevos tiempos. Todos los aspectos negativos de estos años -guerras, luchas, enfrentamientos- van a verse en la pintura, por lo que los artistas van sustituir las formas refinadas, por fuentes más primitivas:
Como ves, en la primera imagen podemos ver una escena donde las formas, los cuerpos y el entorno reflejan un claro nivel de detalle y realismo. Mientras tanto, la segunda -perteneciente a Pablo Picasso- se aleja completamente de la realidad, destacando el color, la forma geométrica y la idea.
A estos nuevos estilos los llamaremos VANGUARDIAS, porque buscaban siempre ir hacia lo nuevo, novedoso y creativo.
Cada uno de estos nombres complejos refleja un estilo, que podrá estar en: la forma, el color, el movimiento, la imaginación, las emociones, o la nada;
Uno de las razones por las que aparecen nuevas tendencias en la construcción de edificios -además de lo creativo- fueron las nuevas tecnologías. La sustitución del hierro por el hormigón armado, el énfasis en la iluminación y la utilización del vidrio, permitieron edificios de mayor altura.
Como podemos apreciar, en el siglo XIX se buscaba una decoración llena de detalles -flores, líneas y relieves-, mientras que en el XX se valorará la sencillez, las líneas rectas y la utilidad por sobre lo decorativo. Las principales construcciones serán en las grandes ciudades, como Chicago, New York y Londres.
Esta manifestación artística será una de las más importantes de todo el siglo XX, convirtiéndose en el vehículo de transmisión de ideas a la gente sencilla, alejada de los artistas plásticos y sus obras difíciles de entender. Gracias al cine se podrá difundir ampliamente entre los espectadores un mensaje que juzgase adecuado a sus intereses. Los primeros pasos del cinematógrafo se dan a finales del siglo XIX. Ya en el siglo XX, el cine se ha transformado en una realidad artística fundamental. Entre 1900 y 1930 aparecieron las grandes salas de proyección. Los largometrajes empezaban a ser algo habitual, por lo que se estudió el cine como forma de propaganda. Su origen lo encontramos en Francia, con los hermanos Lumiere y el artista Georges Méliès (1861-1938).
LA PRIMERA PELÍCULA COMERCIAL DE LA HISTORIA
Antes de nacer el cine George Méliès era un mago. Era un ilusionista que vio en el cinematógrafo de los Lumiére la herramienta perfecta para llevar a cabo trucos con lo que deslumbrar al público de esos primeros años del siglo XX.
Trucos, maravillosas mentiras con las que demostró que el cine no sólo podía reflejar la realidad… Podía inventarla.
Como buen mago, Méliès exhibió su arte en barracas de feria y creó centenares de películas en muy pocos años (alrededor de 520 entre 1896 y 1912) con las que pudo crear nuevas realidades y hacerlo además con una poesía visual y con una intención narrativa inéditas hasta entonces.
Por supuesto uno de sus referentes era Julio Verne, autor que también imaginaría mundos que llegarían a hacerse realidad, y en su producción existen muchas adaptaciones (bastante libres, es cierto) de su visionario paisano.
Entre ellas, la más famosa, la más icónica es este Viaje a la luna que el mago rodó en el primer estudio cinematográfico de la historia, un invernadero de cristal para conseguir la mayor cantidad de luz posible, además de proteger al equipo de las inclemencias del clima De ese modo, el rodaje era continuo y de ahí la prolífica producción.
Como vemos en la pieza, abundan los efectos especiales marca de la casa: desapariciones, transformaciones y añadidos que no distaban mucho de su época como ilusionista. Quizás rudimentarios si los vemos con ojos actuales, no dejan de ser epifanías visuales todavía vigentes en el séptimo arte.
Méliès se dejó buena parte del presupuesto en vestuario, decorados y los mejores actores de los teatros parisinos para esta primera superproducción del cine (diez mil francos de la época), en la que estuvo trabajando durante tres meses.
El éxito sería brutal, aunque mucha gente sin escrúpulos se lucró a costa del trabajo de Méliès, hasta el punto de que este mago acabaría sus días en la miseria.
Claramente, las primeras películas estaban inspiradas en el teatro. Solo tenemos un plano general, y no hay sonido. Tenían una duración breve y para poder entender la trama bastaba con los ademanes de los actores, algunos subtítulos y la imaginación del espectador. En la sala, un pianista ambientaba las imágenes.
Si bien el cine nace en Europa, rápidamente cautivó al público del mundo entero. Estados Unidos y, principalmente California se convertirán en la sede de las principales filmaciones de todos los tiempos. Era el nacimiento de Hollywood.
El arte del siglo XX supondrá un gran cambio, no solo porque la creatividad, las necesidades de los artistas y los tiempos eran diferentes, sino que los avances tecnológicos hicieron posible nuevos desarrollos. Hasta aquí vimos tres manifestaciones: PINTURA, ARQUITECTURA y CINE.
Más adelante abordaremos algunas manifestaciones más.